Cada día más liberales y transgresoras están. Ya bastante se les dio una mano para permitirles votar. No conformes las desgraciadas -típico del género- se agarran del codo y se atreven a ser presidentas de
Ésto con la sagrada Inquisición no pasaba, a la que se le ocurría hacerse la histérica, iba derechito y sin chistar a la hoguera. Estamos en un siglo de montoneros feministas que llenan de derechos humanos a las mujeres y ya no podemos ni prenderlas fuego, ¡el colmo!
¿Qué carajo está pasando? ¿Acaso ésto es un viva la pepa y el membrillo? Hay que hacer algo urgente porque si seguimos fomentando tanto libertinaje, en unos años el país termina de irse a la mierda.
Gasté demasiada pólvora en desaparecer chimangas subversivas que se atrevían a luchar por obtener más privilegios. A esta altura de mi vida ya no me sirve de nada renegar ni hacerme mala sangre. Mejor opto por ignorarlas, dejarlas que se junten entre ellas a mirar Glee en complicidad y comentar los consejos berretas que leen en la Cosmo como "untarse mermelada de tomate en la entrepierna para ser una femme fatal"
Ahora bien, si realmente queremos lograr que se extingan de una buena vez, hay que unir fuerzas muchachos. Los hombres deberían empezar a fijarse más en los velocirraptors. Nosotros sí que sabemos de relaciones de pareja y repudiamos todo tipo de comportamiento histérico.
Confieso que yo antes era una mina, pero un día tomé la decisión de dejar de depilarme las piernas y renuncié a mi puesto de maestra jardinera. Desde que me convertí en un velocirraptor, mi vida ha dado un giro no-negativo de 180º: ahora me dedico a apalear arena en el puerto, puedo comer bizcochos de grasa sin engordar y ya no sufro la bipolaridad y los jirones de ciruela que dejan ésos sangrientos días de mierda.
Espero que no se vuelvan a repetir artículos tan feministas y modernos como ése porque volveré a expresar mi descontento. Hasta la próxima entrada.