jueves, 28 de julio de 2011

Palabras que corrompen la salud de mi estómago.



No hay una razón natural para que el gancho de colgar ropa se llame percha, también podría haberse llamado mesa, felpudo o churi-churi-chunflais. Era indispensable ponerle un nombre, arbitrariamente le tocó ese y no los otros.
Entonces yo me pregunto, ¿por qué existe la palabra "escarbadientes"? ¿qué le costaba a la masa hablante del castellano adoptar un nombre menos literal y desagradable para referirse a los palillos?
El lenguaje debería ser como una poesía, vestido de metáforas y no de pobres descripciones! Esa mala costumbre de ser innecesariamente explícitos se la debemos al querido músico Ricardo Arjona. O si no qué explicación tiene que le dedique canciones al ciclo de la mujer que recitan versos algo así como:


"De vez en mes un detergente,
Se roba el arte intermitente
De tu vientre y su creación"


Ya me lo imagino al maestro en una cena romántica diciendo:

"Después de comer un escarbadientes
se roba el arte intermitente
de tu diente y su creación"


Conmoverdor. Inquietante. Escalofriante. En fin, todo bien con Richard Arjona yo sólo quería manifestar mi descontento con los escarbadientes, deberían tener un nombre que no revuelva tanto mi pobre señora barriga.

1 comentario:

  1. jajajja me dio mucha risa escribís muy bien y tenés mucha creatividad,s aludos!
    rafael

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